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11 Agosto 2025
Sedantes que pueden provocar daños cerebrales y parada cardiorrespiratoria
Hoy contamos el caso de Pedro, un hombre que quedó en coma tras recibir un sedante por una fractura de tobillo mientras hacía una ruta senderista. Este incidente pone de relieve la importancia de conocer los riesgos que implican ciertos sedantes empleados en medicina de emergencia y cuidados intensivos.
Fármacos sedantes implicados en daños cerebrales y paro cardiorrespiratorio
Los sedantes más comúnmente asociados con estos riesgos incluyen:
Benzodiacepinas (como midazolam, diazepam, lorazepam): Son depresores del sistema nervioso central. Una sobredosis, sensibilidad individual o una administración inadecuada pueden producir depresión respiratoria grave, hipoxia (falta de oxígeno cerebral), daño cerebral y paro cardiorrespiratorio.
Barbitúricos: Tienen potencial de suprimir el metabolismo cerebral y, administrados en exceso, pueden causar depresión respiratoria, coma, daño cerebral irreversible y muerte.
Propofol: Utilizado en sedación rápida, puede causar hipotensión y depresión respiratoria, especialmente en pacientes hipovolémicos o frágiles.
Opiáceos: Aunque no son estrictamente sedantes, tienen un potente efecto depresor sobre la respiración y pueden provocar parada cardiorrespiratoria si se administran en exceso o combinados con otros depresores del SNC.
Combinaciones de sedantes y otros depresores: El uso combinado (por ejemplo, benzodiacepinas más opiáceos) incrementa muchísimo el riesgo de depresión respiratoria y complicaciones graves.
Mecanismo de daño
Los sedantes actúan ralentizando la actividad cerebral y disminuyendo el estado de alerta. En una sobredosis o en personas vulnerables (mayores, insuficiencia respiratoria, hipovolemia), pueden:
Suprimir el reflejo respiratorio, causando apnea.
Provocar hipoxia cerebral, que en minutos deriva en daño cerebral irreversible o estado vegetativo.
Inducir una parada cardiorrespiratoria, que requiere resucitación inmediata para evitar daño permanente.
El caso de Pedro
Pedro estaba consciente tras fracturarse el tobillo y solo cayó en estado vegetativo tras recibir un sedante en la ambulancia. Su hija denuncia que la sedación provocó una parada cardiorrespiratoria y daño cerebral irreversible. Las circunstancias precisas (tipo de sedante, dosis, condiciones médicas previas) aún no han sido reveladas por las autoridades sanitarias.
Carmen, hija de Pedro, recuerda cada detalle del día que cambió su vida: "Tuvo una parada cardiorrespiratoria en la ambulancia a raíz de que le pusieran un sedante. Antes de eso estaba completamente consciente".
Insiste en que advirtió hasta tres veces a los sanitarios que su padre tomaba medicación para la tensión y padecía apnea. La evacuación fue complicada: a ella la enviaron por otro camino para facilitar el rescate, un trayecto que duró casi dos horas. Cuando por fin volvió a verle, lo encontró “balbuceando y aturdido”. Fue en ese lapso de tiempo, según relata, cuando “le administraron el sedante”.
"Una vez en la ambulancia entró en parada cardiorrespiratoria, nadie decía nada", asegura. Solo entonces le practicaron una RCP. Al llegar al hospital, la imagen quedó grabada en su mente: su padre “blanco y morado, pensé que había fallecido”.
En urgencias le informaron de que habían tenido que inducirle el coma y trasladarlo a la UCI. Treinta y seis días después, Pedro pasó a planta —"no evoluciona", lamenta Carmen—. Denuncia que allí no recibe la atención necesaria y que han sido ella y su madre quienes en varias ocasiones han dado la voz de alarma por el deterioro de su padre.
Los médicos, según cuenta, “no entienden cómo se ha llegado a esa situación” y sospechan que “ha sido a raíz del sedante”.
Casos como este ilustran la importancia de la evaluación médica adecuada antes de sedar a un paciente fuera del hospital, especialmente durante el transporte y en pacientes aparentemente estables.
Recomendaciones
El uso de tranquilizantes sin indicación médica puede provocar lesiones cerebrales severas y, en casos extremos, muerte por sobredosis.
Se debe vigilar signos vitales (frecuencia cardiaca, respiración, presión arterial, saturación de oxígeno) con equipos adecuados, y aplicar escalas de sedación para evitar sobredosis y detectar de inmediato cualquier signo de depresión respiratoria o alteración neurológica.
Ante cualquier signo de depresión respiratoria o alteración de conciencia tras sedación, es vital actuar rápidamente para mantener la oxigenación cerebral.
Debe haber equipo de reanimación, acceso a oxígeno, vías venosas, medicamentos antagonistas (como flumazenil para benzodiacepinas o naloxona para opiáceos), y personal capacitado para un manejo rápido ante complicaciones.
Registrar el procedimiento, dosis y tiempo de administración, y explicar claramente a pacientes o familiares los riesgos y signos de alerta.
Tener especial cuidado con combinar benzodiacepinas, opiáceos u otros depresores del sistema nervioso central y hacerlo siempre con dosis ajustadas al paciente.
En ambulancias o rutas remotas, valorar la necesidad de sedar, monitorizar al paciente estrictamente, y tener planes claros para emergencias.
Antes de administrar sedantes, se debe valorar cuidadosamente la historia clínica, el examen físico, posibles riesgos individuales (edad, enfermedades previas, insuficiencias respiratorias, etc.) y la necesidad real del sedante.
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